sábado, enero 10, 2015

Charlie Hebdo y Francia




El ataque contra el periódico satírico francés Charlie Hebdo en París el miércoles no fue el primer enfrentamiento entre medios de comunicación europeos y extremistas islámicos.
Miles de personas en Francia y otros países se reunieron para a las víctimas, apoyando a la libertad de prensa y de expresión.
Algunos llevaban pancartas con "El amor es más fuerte que el odio", mientras que otras tenias el mensaje "la libertad de prensa no tiene precio”.

Pero no todo el mundo está de acuerdo con ello.

Este fue el segundo ataque contra el periódico satírico. Las caricaturas de un periódico danés sobre el profeta Mahoma causaron protestas en muchos países, y varios incidentes violentos en 2005.

Y un cineasta holandés murió en 2004 después de producir un documental sobre el tratamiento de las mujeres musulmanas.

Expertos dicen que la violencia es parte de un choque de valores entre la visión occidental de la libertad de prensa y puntos de vista tradicionales islámicos que ponen énfasis en el respeto a la autoridad, sobre todo en figuras religiosas, y de restricción de uso de la forma humana en el arte.

"Cuando eso se empuja hasta el límite, provocativamente en medios satíricos, es casi una excusa enviada por Dios para que los radicales actúen en este tipo de asuntos", dijo Carool Kersten, profesor titular en el islam en el Kings College de Londres.

Sin embargo, las opiniones de los militantes no reflejan el pensamiento de la mayoría de los musulmanes, según Kersten.

“Se podía ver que hoy en redes sociales que una gran cantidad de musulmanes admitió sentirse ofendido por cualquier sátira que involucre al profeta, pero nunca verían eso como una condonación de matar a los que crearon las imágenes”.

De hecho, los funcionarios y líderes religiosos en varios países musulmanes, entre ellos Libia, condenaron el ataque en París.

Los caricaturistas asesinados de Charlie Hebdo y sus colegas estaban comprometidos con su forma de sátira sin restricciones.
La publicación tuiteó una caricatura del líder del grupo militante Estado Islámico poco antes del ataque.

Gavin Evans, periodista y profesor de la Escuela Londinense de Periodismo, ve esto como una "parte del periodismo”. Las caricaturas "son parte de la tradición del periodismo, que se remonta cientos de años”.

"Las personas que creen que están más allá de ser ridiculizadas merecen ser ridiculizadas”, dijo. "Y creo que eso es parte de este tipo de caricaturas".

Evans señala que Charlie Hebdo también se burló de otras religiones, e incluso satirizó al Papa. Ahora, está preocupado de que los periodistas serán más tímidos.

"Cualquier editor que tiene un caricaturista que vaya a representar cualquier cosa relacionada con el Islam fundamentalista tiene más razones para ser cauteloso".

martes, enero 06, 2015

Japón , una reforme audaz





Por SHUNZO ABE

Primer Ministro del Japón

La votación del Japón en pro de una reforma audaz





En particular, ahora tenemos un mandato para lanzar lo que se ha conocido en todo el mundo como la “tercera flecha” de la llamada Abenomía: la reforma estructural; y ésta es la que desencadenará la competitividad y un dinamismo contenido durante mucho tiempo de las empresas y las personas del Japón.
Al convocar en el pasado mes de noviembre unas repentinas elecciones generales, mi objetivo era el de consolidar el capital político del Gobierno... no para atesorarlo, sino para emplearlo en las reformas prometidas por primera vez hace dos años. Ahora, con nuestro renovado mandato, eso es lo que vamos a hacer.
En primer lugar, nos proponemos someter el régimen tributario del Japón a una revisión fundamental, lo que entraña no sólo un aumento de la tasa del impuesto al consumo, cuya segunda ronda habíamos aplazado, sino también los ajustes necesarios para que nuestro sistema tributario no menoscabe los incentivos a la inversión. Algunas de las organizaciones agroempresariales, con sus intereses creados, deben cambiar y las incitaremos a hacerlo.
En segundo lugar, debemos adaptar las reglamentaciones laborales del Japón a las normas de la vida moderna en casi todos los países, lo que significa permitir que todas las personas logren un equilibrio beneficioso entre la vida y el trabajo. Los japoneses siempre trabajaremos denodadamente, no me cabe la menor duda, pero también debemos permitir y alentar a más mujeres japonesas a que participen en la fuerza laboral, ya estén en el comienzo de sus carreras o después de haber optado por tener hijos y criarlos.
Además, no sólo debemos emprender reformas internas audaces. El Japón debe cambiar también la forma como su economía se relaciona con el mundo.
Pensemos en el Acuerdo de Asociación Transpacífico y el Acuerdo de Asociación Económica entre el Japón y la Unión Europea. La conclusión de los dos acuerdos de comercio e inversión figura entre las tareas más urgentes que afrontamos, porque la economía del Japón necesita catalizadores exteriores sólidos para que impulsen cambios en nuestra forma de competir en el interior y para los mercados de exportación. El Japón no tiene otra opción que la de hacer lo necesario y viable para aumentar su productividad laboral.
Ahora contamos con el apoyo del público japonés para hacer realidad todos esos cambios. Dicho apoyo está basado en declaraciones explícitas de las intenciones del Gobierno. Por ejemplo, ahora los votantes han entendido bien –y aprobado– que en abril de 2017 mi gobierno subirá el impuesto al consumo. Hasta entonces, ya no estaremos empantanados debatiendo los méritos de esa decisión.
Pero también sabemos que el espacio político que hemos conseguido es demasiado precioso para despilfarrarlo. Debemos utilizarlo con determinación para aplicar reformas que incrementen el potencial de crecimiento del Japón a largo plazo.
Nuestra posición mundial depende de ello. En los dos últimos años, he recorrido 566.720 kilómetros, he visitado un total de 62 países y he celebrado 246 reuniones personales con jefes de Estado y otros dirigentes nacionales. Esas experiencias me han convencido de que existe una enorme confianza en el mundo respecto de la senda seguida por el Japón de la posguerra. En particular, no hay duda sobre las normas y los principios que nuestro pueblo y nuestro Gobierno han defendido durante mucho tiempo, como, por  ejemplo, la soberanía popular, el respeto de los derechos humanos y la paz: pilares, todos ellos, de la Constitución japonesa.
El Japón ha conseguido también la credibilidad internacional gracias a que, durante siete decenios, su diplomacia no ha intentado ni una sola vez coaccionar ni intimidar a ningún otro país con amenazas sobre el recurso a la fuerza militar. Lo más importante es que la confianza mundial en el Japón refleja la modestia y el decoro que los japoneses han ejemplificado al trabajar para hacer de nuestra economía una de las tres mayores del mundo.
La fe que el mundo ha puesto en el Japón y en su pueblo ha sido el activo más valioso de la diplomacia japonesa. El mandato que hemos recibido del pueblo japonés es el de velar por que esa tradición continúe, incólume, en el futuro.
Ése es el juramento que yo haré cuando me haga cargo de la dirección del Japón durante el próximo período de gobierno. Para mí y para mi gobierno, la tarea principal que tenemos por delante –trabajar aún más denodadamente para restaurar la economía del Japón– es inseparable de la salvaguarda de la posición de nuestro país en la vanguardia mundial de la paz, del progreso y de la prosperidad.

RUSIA Y LA UNION EUROPEA




El lugar de Rusia en Europa








Para comprender de qué manera las sanciones pueden ayudar a contener al Kremlin, basta considerar la importancia del dinero para su ocupante. Desde el comienzo del siglo y hasta hace muy poco, Rusia estuvo inundada de petrodólares, y a medida que aumentaba el flujo de divisas, otro tanto hacían el descaro y la agresividad de Putin.


En 1999, los ingresos del gas y el petróleo aportaron 40.500 millones de dólares al PIB ruso. Con el aumento de los precios y de la producción, el aporte se acrecentó considerablemente, llegando a promediar 73.500 millones de dólares por año entre 2001 y 2004. 

La prosperidad creciente de Rusia envalentonó a Putin, y como ejemplo su decisión de arrestar y encarcelar a Mijaíl Jodorkovski, dueño de la megaempresa petrolera Yukos, en 2003.

Y la tendencia se mantuvo. Entre 2005 y 2008, el ingreso anual por venta de hidrocarburos fue 223.600 millones de dólares superior al de 1999, y al final de este período, Rusia invadió Georgia. 

De 2011 a 2013, el ingreso anual alcanzó un máximo a 394.000 millones de dólares por encima de los niveles de 1999, y eso sentó las bases para las intervenciones del Kremlin en Ucrania. En todos estos casos, Putin actuó con la convicción de que la riqueza petrolera de Rusia lo ponía por encima de las normas y el derecho internacional.

Pero con la introducción de las sanciones, los mercados financieros se cerraron, en su mayor parte, para las empresas rusas. Los precios del petróleo se desploman, y el ministro de finanzas ruso estimó que desde la primavera boreal, Rusia perdió más de 140.000 millones de dólares. Las reservas de divisas estratégicas de Rusia se las están llevando los amigos de Putin, y es probable que a fin de año se hayan agotado. Encima, el rublo perdió cerca del 50% de su valor en los últimos seis meses.

Pero aunque está claro que las sanciones comienzan a hacer efecto, pasará algún tiempo antes de que el grueso de la población rusa sienta su impacto. Así que Occidente tiene que esperar.

Lanzarse a una búsqueda de soluciones diplomáticas no tiene mucho sentido porque, simplemente, no las hay. Putin eligió no respetar fronteras. Se declaró defensor no sólo de los ciudadanos rusos, sino de cualquiera que sea de etnia rusa, rusófono o simplemente cristiano ortodoxo. 

Se cree con derecho a intervenir en los asuntos de sus vecinos porque, tal como dijo, “la Unión Soviética era lo mismo que Rusia, pero con otro nombre”. Dicho de otro modo, Ucrania no es más que una región escindida de la Rusia histórica.

Pero el pueblo ruso es lo bastante moderno para poner en duda estas políticas. El “consenso de Putin” se basaba en la promesa de un aumento de la prosperidad, promesa que se está evaporando velozmente al calor de las sanciones. Las élites rusas, en su mayor parte, piensan y actúan como empresarios, no como nacionalistas románticos: conforme la economía se hunda en una recesión prolongada, las políticas de Putin serán cada vez más objeto de escrutinio y crítica.

Las sanciones occidentales deberían apuntar a crear una división entre los gobernantes premodernos de Rusia y su población moderna. En sociedades bajo un control riguroso, como Irán o Corea del Norte, esta estrategia puede ser ineficaz, pero Rusia es, en esencia, europea. En vez de perder tiempo tratando de negociar, Occidente debe concentrarse en elaborar y dar a conocer una agenda para después de Putin.

En primer lugar, Occidente debe rechazar explícitamente que Rusia tenga derecho alguno a interferir en los asuntos de la Unión Europea y de la OTAN. Hay que recibir a Ucrania, aunque se pierdan Crimea y Donbas. Se necesita un “nuevo plan Marshall” para transformar a Ucrania en un país libre y próspero, que pueda unirse a la Unión Europea y la OTAN si así lo desea.

Más importante aún, Occidente debe poner en claro que su definición de Europa se extiende no sólo hasta las fronteras de Rusia, sino más allá de ellas. Es preciso reconocer a Rusia como parte integral y natural de Europa, un país que tal vez un día pueda ingresar a la Unión Europea. 

La estrategia totalizadora de las décadas que vienen debe centrarse en una idea sencilla: a Rusia no se le puede permitir jamás que influya en Europa desde afuera, pero si acepta las normas y reglas europeas, podrá ganarse un lugar de influencia desde adentro cuando quiera.

Hay que hacer entender a los rusos que pueden elegir entre dos caminos: seguir a Putin y el aislamiento, y probablemente terminar bajo la influencia china (de hecho, en la perspectiva de China, su reclamo sobre Siberia hasta el lago Baikal es incluso más fuerte que el reclamo ruso de Crimea); o acercarse a Europa, y tal vez en un futuro lejano convertirse en el miembro más grande (y hasta el más influyente) de la Unión Europea.

El mayor error de Occidente en relación con Rusia y Ucrania fue elegir el camino de la indiferencia después del fin de la Guerra Fría. Eso llevó a la creación de la Comunidad de Estados Independientes en 1991 y al Memorándum de Budapest sobre Garantías de Seguridad de 1994. 

Si en vez de eso se hubiera alentado a Rusia y Ucrania a trabajar para la unión con la Comunidad Económica Europea y se las hubiera invitado a participar en la OTAN, el curso de la historia hubiera tomado un rumbo mucho más pacífico.

No es común que la historia ofrezca segundas oportunidades, pero esta vez lo hizo. Es hora de reparar los errores de los noventa, y el punto de partida debe ser ofrecer a quienes quieran unirse a Occidente la oportunidad de trabajar en pos de esa meta. Si se lleva a Ucrania al rebaño europeo, el pueblo ruso querrá seguirla, mucho antes de lo que nadie se imagina.

lunes, enero 05, 2015

EFECTO NAIM y la Vejez

EL BLOG DE UN JOVEN CUBANO

El Caso de Venezuela y Maduro



Sin Nicolás

03 DE ENERO DE 2015,Bogot[a -Colombia

Es claro que Nicolás ya no va más, no escuchará en Miraflores los próximos villancicos, la próxima Navidad venezolana vendrá sin Nicolás. Si antes tenía al pueblo comiendo de lo que sabemos, ahora la cosa empeorará: no les va a alcanzar. 

Si era ya bien grave la escasez de productos de la canasta básica, ahora estos ya no solo serán escasos sino definitivamente inexistentes. 

Eso tumba a cualquier gobierno y los militares lo saben, por eso andan sugiriendo ahora en voz baja la renuncia del presidente. Le irán subiendo el volumen en la medida en que se vuelva más y más inminente un violento caracazo.

El origen de este desenlace final de la dramática tragedia del gobierno venezolano está en una magistral jugada de ajedrez político de Obama: le bajó a menos de la mitad el precio del barril de petróleo y le quitó el discurso antimperialista sonsacándole a los Castro. El pendejo del Maduro, como buen marido engañado, ni cuenta se dio. 

Es claro que Cuba no representa, per se, ningún valor económico, ni estratégico ni político para los gringos, de manera que el interés no era el restablecimiento de relaciones comerciales con una isla paupérrima sino lograr el acuerdo para sacar a Maduro y así comenzar a detener la creciente influencia China en la región. 

El inicio del canal interoceánico en Nicaragua y la tremenda hipotecada de Venezuela en un barril sin fondo, aceleraron la decisión norteamericana de sacudir a Latinoamérica de la presencia china en la región. 

Era, además,  oportuno ya castigar tanto insulto grosero del chofer de bus que le decía al Departamento de Estado que hicieran un cucurucho con sus visas y se las metieran por donde mejor les cupieran.  

El gobierno Obama le tira un salvavidas a los Castro, cuyo único objetivo político – como todo buen socialista – es mantenerse como sea en el poder. Cuba, que siempre ha tenido un gobierno parásito, bien sabe que no podrá seguir succionando a Venezuela y no quiere repetir la década de hambruna que vivió tras la destetada de la Unión Soviética por el derrumbe de su sistema, y la llegada de Chávez. 

En ese sentido el salvavidas es más que oportuno y entonces… a la porra las identidades ideológicas. Qué pena con los ilusos chavistas, pero no jugamos más al antimperialismo. Fue muy diciente el hecho de que tras el anuncio de Obama y Castro, este último no le contestara durante tres días el teléfono al angustiado Maduro, quien veía así como le quitaban el piso sobre el que medio sostenía en pie la famosa revolución.

Tal acuerdo tiene un plazo muy corto y el tic tac ya suena muy duro en Miraflores. 

En medio del ruido ensordecedor del reloj al presidente Maduro le toca ahora algo más duro que admitir que las cifras son aterradoras (PIB, inflación, desempleo, inseguridad y escasez). 

Le toca dar el paso final al abismo político: subir el precio de la gasolina! 

Devaluar aun más drásticamente un bolívar ya demasiado devaluado. Aflojar los asfixiantes controles de precios para que la inflación no siga subiendo. 

En fin, fuertes medidas muy impopulares pero de obligatoria aplicación.  El acabóse total y definitivo.

El 2015 será el año de la destorcida del rabo del puerco revolucionario y será muy doloroso y con serias repercusiones en la frontera. Si asesinan a Leopoldo con la excusa de que fue un mitin carcelario, el caracazo será como lo fue el 9 de abril en Bogotá y nada volverá a ser como antes.  Grandes migraciones podrían darse hacia Colombia, tal como sucedió al revés en la década de los cincuenta. Pero pasará como con el chikunguña, que todo el mundo sabía hace seis meses que llegaría a Cúcuta, pero nadie hizo nada a tiempo.

domingo, enero 04, 2015

REPORTE ESPECIAL (México)

LATINOAMERICA

Posted: 02 Jan 2015 02:16 PM PST
thumbnailcarlossabinoImportantes elecciones en Brasil y el Uruguay, una complicada situación de seguridad en México, cambios en Chile y el continuado declive de dos importantes economías –Venezuela y Argentina- son hechos destacables del semestre que concluye. A estos sucesos hay que agregar el entorno de una economía que se mueve más lentamente que años anteriores y el descenso pronunciado de los precios del petróleo, que arroja sombras sobre algunos de los países de la región.

RELACIONES ENTRE CUBA Y LOS ESTADOS UNIDOS

Al cierre de esta edición, el día 17 de diciembre, se produjo un hecho que conmocionó al continente: los presidentes de Cuba, Raúl Castro, y de Estados Unidos, Barack Obama, anunciaron simultáneamente que se restablecerían las relaciones diplomáticas entre las dos naciones, interrumpidas desde hace más de medio siglo en el contexto de la Guerra Fría. La decisión incluyó el intercambio de algunos presos por espionaje detenidos en cárceles norteamericanas y la liberación del estadounidense Alan Gross, preso en la isla.

El acuerdo alcanzado no incluye el levantamiento del embargo que pesa sobre Cuba –que solo puede ser anulado por el congreso de Estados Unidos- ni medidas concretas de apertura política o económica por parte de los cubanos, aunque se iniciarán pronto conversaciones bilaterales para poner en práctica el restablecimiento de las relaciones que incluirán, de seguro, muchos de los puntos sobre los que existen agudas discrepancias entre las dos naciones.

El tema, sin duda alguna, está muy cargado de emotividad: tanto el exilio cubano como buena parte del Partido Republicano de los Estados Unidos lo han visto como una claudicación ante la dictadura comunista cubana, a la que legitima un golpe de efecto de un Obama que ya se acerca al final de su mandato. La izquierda, en general, ha manifestado su alegría ante lo que perciben como el fin de una injusticia que castigaba inmerecidamente a un régimen al que siempre ha apoyado. 

Algunos analistas, en cambio, han tratado de ver el cambio con una mirada más objetiva, explorando las motivaciones y las posibles consecuencias mediatas que el acuerdo puede tener. Por nuestra parte pensamos que el cambio es positivo y que, ante todo, refleja la debilidad de un régimen que es incapaz de sostenerse por sí mismo: en efecto, el comunismo en Cuba, que ha traído -como en todas partes- opresión y miseria para la población, nunca ha podido sostenerse sin un apoyo financiero externo; durante décadas la extinta Unión Soviética mantuvo la economía de la isla y luego, ya en el siglo XXI, ha sido Venezuela quien se ha ocupado de financiar el inviable régimen cubano. Pero en estos momentos, con una crisis de enorme magnitud y los precios del petróleo en continuo descenso, el régimen venezolano afronta problemas insalvables para continuar con los cuantiosos aportes que entrega a la isla. 

En esas condiciones, y como un modo de ganar tiempo, los hermanos Castro han decidido dar este llamativo viraje, aceptando de hecho que necesitan cambiar su política exterior hacia un rumbo de menor confrontación. Para los Estados Unidos la motivación es otra: dejando de lado los personales motivos que pueda tener al respecto el presidente Obama, es obvio que este cambio de política tiene motivaciones prácticas y éticas que no pueden desdeñarse. La política de aislamiento de la isla no ha dado ningún resultado concreto durante todas estas largas décadas y, no cabe duda, ha servido de excusa ideal para que los dictadores comunistas justificaran ante el mundo la miseria en la que han sumido a su pueblo. Por otra parte los Estados Unidos han mantenido y mantienen relaciones diplomáticas con toda clase de gobiernos, algunos también dictatoriales y autoritarios: ¿por qué no, entonces, con Cuba?

Es obvio que hoy, todavía, es muy temprano para evaluar las consecuencias que podrá tener el paso que se ha dado. Pero, a nuestro juicio, el acuerdo tendrá favorables consecuencias para la vida de los cubanos: no porque la dictadura vaya a terminar en el corto plazo, lo cual es muy improbable y depende en gran medida de la desaparición física de los hermanos Castro, sino porque el régimen, inevitablemente, tendrá que reformarse y se abrirán las puertas para futuros cambios. Prometemos al lector, en el próximo número de Tendencias, un análisis más detallado de lo que puede derivar en un cambio importante para toda nuestra región.

EL SEMESTRE EN PERSPECTIVA


Elecciones en Brasil

Las elecciones del mayor país de América Latina no estuvieron exentas de sorpresas: estas comenzaron en agosto, cuando el candidato Eduardo Campos –que había sido gobernador del Pernambuco, ministro de Lula y recibía ahora el apoyo de cuatro partidos- falleció en un accidente de aviación. Campos marchaba entonces en tercer lugar en las encuestas, tenía el respaldo del PSB, un partido de centro izquierda y, para sustituirlo, la coalición que encabezaba escogió a una figura carismática y controversial, Marina Silva. Ella había sido la tercera candidata más votada en las elecciones de 2010 como abanderada de los verdes, aunque en propiedad no pertenecía a un partido ecologista. Marina subió indetenible en las encuestas y llegó a aparecer como la candidata con mayor opción, pero luego el entusiasmo se disipó del mismo modo veloz con que había aparecido. Los resultados de la primera vuelta, efectuada el 5de octubre, arrojaron un 41,6% para la presidente Dilma Rousseff, un segundo lugar para Aecio Neves –candidato por el Partido de la Social Democracia Brasileña-, con un 33,6%, y dejaron a Marina Silva con apenas el 21,3%.

Dilma Rousseff ganó por estrecho margen la segunda vuelta después de estar, nuevamente, atrás en las encuestas: obtuvo el 51,6% de los votos frente a Aecio Neves, quien recibió el 48,4%. 

Las complicaciones electorales de la presidente, que pertenece al Partido Trabalhista (PT) del expresidente Lula, provienen de dos problemas fundamentales: el de la corrupción, endémica en los últimos años, y el de la mala marcha de la economía.

Con 12 años en el poder y cuatro más por delante, el PT se encuentra en el foco de la opinión pública y ha perdido buena parte de la credibilidad que tuvo a comienzos del siglo. La economía, por otra parte, está estancada: el crecimiento es prácticamente nulo, la inflación se acerca al 7% y el ingreso real de los trabajadores tiende a disminuir.

A pesar de todo el electorado más pobre, que todavía acepta y cree en el discurso redistributivo de la izquierda, ha seguido apoyando al PT, aunque ahora –como se ve por las cifras- cada vez con más dudas. La presidente, que parece haber aprendido la lección, ha dado un viraje desde la política económica intervencionista que siguió durante su primer mandato. Ha nombrado a Joaquim Levy, un hombre favorable a políticas de mayor rigor fiscal, en el ministerio de hacienda y ha completado su gabinete económico con algunas personalidades que provienen del campo empresarial y se inclinan hacia una mayor libertad económica.

Brasil, en todo caso, encara un futuro económico incierto, pues queda por verse hasta dónde podrán llegar las medidas de rectificación fiscal y de apertura en los años venideros.

Otras elecciones en Sudamérica

También en Uruguay la izquierda logró retener el gobierno, llevando a Tabaré Vásquez nuevamente a la presidencia. El Frente Amplio no logró, en la primera vuelta que se desarrolló el 26 de octubre, la mayoría absoluta, pero estuvo muy cerca de lograrlo: Vásquez obtuvo el 47,8%, seguido por Luis Lacalle Pou -del tradicional Partido Nacional- con 30,9% y Pedro Bordaberry –del otro partido histórico, el Colorado-con apenas 12,9%. En la segunda vuelta Tabaré Vásquez se impuso con un decisivo 56,5%, por lo que tendrá amplia legitimidad para gobernar, apoyado por un congreso en que también tiene mayoría. 

El Frente tiene ahora 50 de los 99 diputados y 15 de los 30 senadores, por lo que no tendrá mayores impedimentos para gobernar.

El electorado que percibe al gobierno, ante todo, como proveedor de servicios y ayudas sociales, ha trasladado su tradicional lealtad desde el Partido Colorado hacia la izquierda, algo que tiene semejanzas con lo que comentábamos más arriba para Brasil.

Pero además de este factor, que podemos llamar estructural,ha pesado en el sólido triunfo de la izquierda la acertada gestión del mandatario saliente, José Mujica, quien con su sencillez y estilo directo se ha ganado la simpatía no solo del electorado uruguayo sino de buena parte de la opinión de América Latina. Frente a tantos casos de desembozada corrupción, gastos exorbitantes y un estilo faraónico, el exguerrillero ha emergido como un ejemplo de otro estilo muy diferente de gobierno… el que –pensamos- desea la mayoría de los latinoamericanos.

Para completar este cuadro debemos registrar el caso de Bolivia, país en el que Evo Morales obtuvo un resonante triunfo imponiéndose con el 61,0% al candidato de la opositora Unidad Democrática, Samuel Doria Medina, quien consiguió apenas un 24,5%, repartiéndose el restante porcentaje entre otros candidatos de menor importancia. Las elecciones se llevaron a cabo el 12 de octubre consolidando el poder de un presidente que, a esta altura, es prácticamente absoluto. 

La buena estrella del populista de izquierda Evo Morales obedece, a nuestro juicio, a tres elementos: en primer lugar al control que él ya posee –como sucede también en Venezuela- sobre todos los poderes públicos: no existe independencia judicial en Bolivia, el consejo electoral está totalmente en manos de sus partidarios y toda la administración pública está en sus manos. A esto hay que agregar la buena situación económica que vive el país, que crece a buen ritmo y en el que se respetan hasta cierto punto los equilibrios fiscales básicos, y el ya mencionado respaldo que –como en Brasil, Uruguay y muchos otros países-  otorga buena parte del electorado más pobre a los partidos o caudillos que entregan dádivas entre la población y hacen una “política social” del todo demagógica y politizada.

La guerra que ha perdido México

Hace algunos años, el presidente Calderón proclamó a toda voz una “guerra contra las drogas” que hoy, lamentablemente, arroja su saldo ominoso de muertes y desapariciones. No es exagerado decir que la guerra se ha perdido: a pesar de las capturas de importantes “capos” del tráfico de drogas, de los decomisos de toneladas de estupefacientes y de cárceles repletas de sicarios y de traficantes, los cárteles prosiguen con su negocio, más fuertes quizá que nunca, estimulados por la demanda imperturbable de los consumidores del norte. Un trágico incidente ha puesto sobre el tapete, ante toda la sociedad mexicana, los horrores de este insensato combate.

En Iguala, estado de Guerrero, 43 estudiantes de una escuela secundaria apresados por la policía –cuando se dirigían a realizar una pacífica protesta por temas que nada tenían que ver con el tráfico de drogas- fueron conducidos hasta los dominios de un despiadado cártel y asesinados a sangre fría, tal vez luego de vejaciones y torturas. Sus cuerpos fueron incinerados sistemáticamente; nunca aparecieron.

El hecho, dirigido aparentemente por el alcalde de la ciudad, José Luis Abarca y su esposa, suscitó de inmediato una reacción pública que ha servido para que el presidente, Peña Nieto, anunciara cambios importantes en la política de seguridad que sigue México.

La ciudadanía se encuentra visiblemente indignada, se ataca a los partidos políticos y el porcentaje de aprobación del gobierno ha descendido en las encuestas. Iguala era gobernada por el PRD (Partido de la Revolución Democrática), el partido de izquierda que se ha opuesto al gobernante PRI reclamando el cese de la corrupción y mayor transparencia. Pero el PRD no tomó ninguna medida efectiva ante la visible participación de Abarca en estos trágicos hechos y su líder histórico, Cuauhtémoc Cárdenas, renunció disgustado al partido que él mismo había fundado en 1989.

Entre las medidas que ha tomado Peña Nieto figura la disolución de las 1800 policías municipales que existen, percibidas como débiles, penetradas por el narcotráfico y corrompidas en todo sentido, y su sustitución por 32 policías a nivel estatal, lo que permitiría una profunda reorganización de todo el aparato de seguridad en el país. Otras medidas se encaminan a mejorar el sistema de justicia y crear herramientas legales que permitan combatir con más eficacia el crimen.

Estas medidas parecen acertadas pero, a nuestro juicio, resultarán insuficientes: frente a organizaciones que manejan centenares de miles de millones de dólares, con los que pueden comprar la voluntad de casi cualquier funcionario, de amplia penetración geográfica y de hábitos despiadados de conducta es poco lo que puede hacerse así.

Solo un replanteamiento a fondo de la lucha contra las drogas, incluyendo la despenalización del consumo y tal vez de otras actividades, podrá cambiar a fondo un panorama que, hoy, se presenta como la más seria amenaza contra México. De poco valdrán otras medidas, como la reciente apertura de la petrolera estatal PEMEX, que dejó en julio de ser un monopolio, para reactivar una economía que crece en un entorno de inseguridad.

México comenzará el proceso de apertura de la industria petrolera a las firmas privadas, nacionales y extranjeras, interesadas en participar en la exploración y explotación de yacimientos petroleros y de gas natural.

El viraje de Chile

La presidente Bachelet ha encontrado que su viraje hacia la izquierda encuentra crecientes dificultades. La coalición que encabezó, la Nueva Mayoría, que incluía a los partidos de la antigua Concertación, pero también a los comunistas, no encuentra un consenso adecuado para poner en práctica sus propuestas y, por contrapartida, ha provocado una reacción adversa que abarca no solo a los sectores empresariales sino también a muchos de sus adherentes más moderados.

Según las últimas encuestas el porcentaje de aprobación que tiene el gobierno ha descendido desde un 50% en julio hasta un 38%, en el pasado mes de noviembre, mientras que el porcentaje de quienes abiertamente desaprueban asciende ahora a un 43%, catorce puntos más que los 29% de julio. 

El gobierno atribuye este descenso a la complicada situación económica en que se encuentra el país, ante un descenso del precio internacional de las materias primas, pero hay causas más profundas: Bachelet ha iniciado cambios que amenazan con apartar a Chile del modelo económico que ha seguido durante las últimas décadas, basado en la economía de mercado, moderados impuestos y una política social poco demagógica.

Ahora, tratando de reformar la educación para someterla a la tutela estatal y aumentando los impuestos, Bachelet ha encontrado crecientes resistencias, una cierta disminución de la inversión y un clima político que se le vuelve adverso, pues la extrema izquierda la percibe como débil y vacilante mientras que la derecha, por contrapartida, la siente como una amenaza.

Por todo esto, pensamos, no es probable que el país sureño realice cambios demasiado profundos durante su mandato: los chilenos sienten que es mucho lo que podrían perder y quieren ampliar la esfera de la educación pública, pero sin perder el sistema de alicientes que han llevado al país al desarrollo económico. La creación de un nuevo consenso, tal vez más inclinado hacia la izquierda pero para nada radical, es el horizonte que por ahora se vislumbra.

Argentina: la incesante conflictividad

Dos son los principales problemas que hoy, a nuestro juicio, tiene la Argentina: la expansión indetenible de su gasto público y la conflictividad que alienta constantemente la presidente, Cristina Fernández de Kirchner: el primero de ellos incide brutalmente en la situación financiera internacional del país mientras que el segundo impide una salida constructiva y sensata a las dificultades por las que pasan los argentinos.

La expansión fiscal durante los gobiernos de los Kirchner ha sido verdaderamente notable y es, sin duda, el factor fundamental que está en el origen de los desequilibrios económicos que hoy padece la Argentina. La participación del estado en el PBI ha pasado de un 31% en 2006 a un increíble 46% en 2013, mostrando un crecimiento que, según datos del Fondo Monetario Internacional, es el más acelerado del mundo. 

Una proporción tan cercana a la mitad del producto es por completo inusual en países de desarrollo medio como la Argentina, lo que supone una pesada carga para la economía en general, la mitad de cuyo producto –o casi- va a parar a manos del estado. De esta desproporción tan poco recomendable surgen consecuencias bien conocidas en el país del sur: una presión impositiva intolerable (que se combina, naturalmente, con una alta tasa de evasión), un endeudamiento que no cesa y, en definitiva, una carencia de dólares suficientes como para mantener el valor del peso.

Ante este último problema la administración, hace ya más de dos años, impuso lo que allá se llama el “cepo cambiario”, que no es otra cosa que un control de cambios de acuerdo al cual el gobierno restringe la venta de divisas. Esto ha llevado, como suele ocurrir, a la emergencia de un diferencial cambiario: existen dos valores para el dólar, uno que fija el gobierno y otro que es el que determina el libre juego del mercado. Se genera así una presión hacia la devaluación que, encubierta, no deja sin embargo de producir una deriva inflacionaria de no poca magnitud.

La presidente, aferrada a estas ideas ya superadas en materia de economía, ha respondido manteniendo una actitud conflictiva que no cesa, y que de algún modo mantiene al país en vilo. Ya sea contra el poder judicial, como ahora, o contra los medios de comunicación, la Iglesia, los partidos políticos o los empresarios, Cristina Fernández vive en una constante actitud de pelea, de confrontación, cuando no se ausenta del timón del gobierno por razones de variados problemas de salud.

Argentina, obviamente, necesita un cambio de rumbo, y está claro que éste habrá de producirse como resultado de las elecciones del año próximo. El panorama preelectoral sigue por ahora bastante confuso, con alianzas que se arman y desarman con los meses y varios aspirantes a la primera magistratura, pero ninguno de ellos, hasta el momento, parece inclinado a seguir el rumbo de la administración actual. Tampoco, sin embargo, se expresan por ahora ideas claras y tajantes de cómo salir de la situación que se ha creado, lo que añade por lo tanto una cuota de incertidumbre a todos los escenarios posibles. Será a partir de marzo de 2015 cuando, casi seguramente, comience a clarificarse el panorama político nacional.

Venezuela y su quiebra económica y moral

La caída abrupta de los precios del petróleo durante el semestre ha encontrado a los venezolanos en una delicada situación. Sus reservas de dólares son escasas, por completo insuficientes para satisfacer la demanda de las importaciones del país y las políticas socialistas de su gobierno han disminuido la producción local de todo tipo de bienes: hoy el país importa casi todo lo que consume y paga esas importaciones con las ventas petroleras, que representan el 96% de las exportaciones totales.

El precio del petróleo resulta entonces decisivo, y se calcula que cada dólar que este baja significa unos 700 millones de reducción de ingresos para el país. Con precios del petróleo que han descendido un 40% durante el semestre Venezuela deja de recibir, aproximadamente, unos 30.000 millones de dólares por concepto de importaciones.

Venezuela, lamentablemente, no tiene en realidad forma de recuperarse, aun si el petróleo volviese a subir a cerca de 100 $ el barril –lo que de paso, por cierto es altamente improbable que suceda. Su deuda soberana con China es superior a los 40.000 millones de dólares, que paga con 500.000 barriles de crudo y derivados pues así está acordado en los contratos firmados.

Es verdad que el dinero de los asiáticos se encamina hacia diversos fondos de desarrollo pero estos, por lo visto, no han producido resultados tangibles y es dudoso que lo hagan pronto, debido a la ineficacia del gobierno, la malversación y la directa corrupción. Si a esto agregamos los 100.000 barriles diarios que prácticamente se regalan a Cuba es fácil imaginar que la situación financiera internacional del país no tiene perspectiva alguna de mejorar.

La situación económica general, sin duda, es alarmante. Escasea la mayoría de los productos de primera necesidad –incluyendo alimentos, medicinas y toda clase de repuestos- existe de hecho ya un racionamiento en el país y la inflación se desborda.

No podía ser de otra manera cuando el déficit de las cuentas fiscales asciende a más del 16% del producto del país. El bolívar, ante la falta de divisas y las inciertas perspectivas, continúa devaluándose de un modo tal que, sin exagerar, hace prever una posible hiperinflación.

No hay en el país, sin embargo, reales vientos de cambio político: el chavismo sigue aferrado al poder, la oposición es casi inexistente y no se vislumbra, al menos al momento de escribir estas líneas la posibilidad de queVenezuela pueda salir de la profunda crisis que ahora vive.

Las conversaciones de paz para Colombia

Lentamente prosiguen, en La Habana, las conversaciones de paz entre la guerrilla comunista de las FARC y el gobierno colombiano. La organización terrorista ha pedido, en una de sus declaraciones a la prensa, que se reconozca la “responsabilidad” principal que tiene el estado en el conflicto que la enfrenta, y que tiene ya medio siglo de duración. Las FARC quieren así preparar el camino para firmar unos acuerdos en que aparezcan como víctimas y donde se apruebe como solución política una buena parte de su programa político y económico.

Esto puede resultar difícil, sin embargo, por la sólida oposición que una buena parte de la ciudadanía exhibe ante una excesiva benevolencia ante la guerrilla.

Las conversaciones fueron suspendidas, en noviembre, porque la guerrilla secuestró –junto con otras personas- al general Rubén Darío Alzate. El gobierno se retiró de la mesa de negociaciones pero a los pocos días, ante la liberación de los prisioneros, volvió a reanudar su participación.

El apoyo al proceso de paz del Gobierno colombiano con las FARC se redujo hasta el 38 % entre los ciudadanos del país, lo que supone diez puntos menos que en el mes de julio, según un sondeo.
Una breve referencia sobre la economía

La desaceleración de la economía mundial durante 2014 ha provocado la disminución de los precios de casi todas las materias primas, no solo los del petróleo. Esto ha incidido negativamente en las cifras de crecimiento de la región, que exporta mayormente este tipo de bienes, por lo que las estimaciones más confiables son por lo general poco optimistas. China está creciendo aún a tasas muy altas, pero que son inferiores a las de años precedentes, mientras que Japón ha entrado otra vez en recesión y la mayor parte de Europa presenta tasas de crecimiento muy bajas, o incluso negativas.

Solo los Estados Unidos manifiestan, hoy, cierto dinamismo en su economía, aunque de un modo que últimamente ha sido bastante irregular.

Estas debilidades se han expresado, como era de esperar, en una disminución de la inversión extranjera directa en nuestra región. Los datos disponibles para el primer semestre muestran un descenso del 23% con respecto al mismo período del año anterior, con una cifra total de unos 84.000 millones de dólares.

Esta disminución se ha notado sobre todo en Chile, México, Argentina, Perú, Costa Rica y El Salvador, mientras que, en el extremo opuesto, se encuentran claramente Panamá, con un aumento del 26% con respecto a 2013.

Según proyecciones del FMI los dos países con peor desempeño en sus economías serán Venezuela y Argentina, con recesiones que se presume continuarán también durante el año que viene. Esto no es sorprendente: las políticas económicas que siguen esos países, fuertemente intervencionistas o socialistas, tarde o temprano producen estos severos problemas de crecimiento.Brasil habrá permanecido prácticamente estancado durante todo el año que termina, mientras que para México se pronostica un aumento del producto bastante moderado: algo más del 2%.

Las naciones que tendrán un mejor desempeño en 2014 serán, según la misma fuente, Panamá, con casi el 7%, seguida de República Dominicana, Colombia, Bolivia, Paraguay Nicaragua. Resulta alentador el caso de Panamá, que viene creciendo a muy altas tasas durante los últimos años, gracias a fuertes inversiones, una política fiscal sana, una moneda estable (el dólar) y relativamente bastante libertad económica.

El dilema de nuestro tiempo

(Esta sección está basada en un artículo que escribimos hace poco para la agencia de prensa Panampost)

Cinco países de América Latina poseen hoy sistemas políticos que, a nuestro juicio, pueden llamarse absolutistas: Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia.

En ellos no existe en la práctica ninguna división de poderes, pues en cada uno el organismo electoral está por completo en control del gobierno, el legislativo es un conjunto dócil de diputados que se somete a la voluntad del presidente, el poder judicial no es independiente y recibe fuertes presiones del ejecutivo y este, finalmente, está en manos de un presidente que puede reelegirse indefinidamente. El presidente es, así, el único poder político real, lo que recuerda al dominio de los caudillos que, en épocas pasadas, gobernaron dictatorialmente a casi todos nuestros pueblos.

En el resto de América Latina tenemos, por contrapartida, gobiernos que deben calificarse como débiles, que se ocupan más de satisfacer demandas sociales que de cumplir con la función básica de proporcionar seguridad a los ciudadanos, la tarea primordial a la que no puede renunciar ningún estado, pues de otro modo deja de ser el depositario del resguardo del orden nacional.

En estos casos el poder judicial, aunque más o menos independiente, es además burocrático y lento, plagado de formalidades, volcado más a la protección de los derechos de los acusados que de las víctimas, siguiendo un llamado garantismo que provoca profundo malestar en muchas poblaciones.

La policía, a veces ineficaz o corrupta, no alcanza a garantizar el orden y reprimir la delincuencia: vemos así episodios terribles en los que poblaciones rurales se toman la justicia por su propia mano, cárceles donde los delincuentes siguen dirigiendo sus bandas criminales y, en general, un aumento de las tasas de homicidios y una creciente inseguridad. Algunos de los países mencionados en el párrafo anterior, que tienen gobiernos de tipo absolutista, se caracterizan también por este desborde criminal que mantiene en zozobra a la ciudadanía; Venezuela, como es sabido, marcha a la cabeza de esta triste lista.

Si hemos dividido a las naciones latinoamericanas en estos dos grandes grupos, simplificando tal vez un poco las cosas, es porque queremos destacar las profundas carencias que, en todos los casos presentan los sistemas políticos actuales.

Tenemos estos gobiernos democráticos pero débiles que se someten a las presiones de grupos bien organizados de activistas y organizaciones no gubernamentales, que adoptan la agenda de los donantes internacionales, que no garantizan los derechos de quienes invierten en el país pues a la inseguridad que se vive en las calles y carreteras hay que agregar la inseguridad jurídica de países donde, en cualquier momento, se aumentan los impuestos o se establecen regulaciones que perjudican a las empresas privadas, especialmente a las más pequeñas.

Tenemos por otra parte gobiernos absolutistas que son dictaduras o marchan hacia alguna forma de despotismo, pero que ejercen su poder no para resolver los problemas de sus países sino para beneficiar a un presidente que gobierna sin oposición real y distribuye prebendas y privilegios entre sus seguidores.

La situación de la región, por todo esto, recuerda las carencias institucionales que sufrimos durante buena parte de los siglos pasados, un péndulo que oscila entre el poder personal y la democracia, pero una democracia que resulta inefectiva y débil, frágil en su protección a las libertades ante las amenazas de los autoritarismos de todo tipo.

Y aún peor: en épocas pasadas muchas de estas dictaduras realizaron importantes obras, se enfrentaron a enemigos de la nación y, en fin, realizaron la tarea de construir un estado moderno donde todavía no lo había. Hoy, en cambio, personajes como Hugo Chávez o los hermanos Castro, parecen empeñados en destruir todo lo existente, desde los valores republicanos hasta la misma infraestructura física que tan necesaria resulta para el bienestar de todos.

Lo que América Latina necesita hoy no son más ayudas sociales ni diálogos con grupos minúsculos que no respetan las leyes y se arrogan la representación de la voluntad popular. Tampoco necesita más impuestos que, en definitiva, solo alimentan la burocracia y la corrupción.

Lo que necesitamos son gobiernos limitados en sus funciones pero fuertes para hacer respetar la ley, que garanticen el orden y proporcionen seguridad a todos, que no se rodeen del boato de las monarquías pasadas sino que actúen con eficiencia y con sencillez. De otro modo seguiremos, como ahora, avanzando hacia crisis políticas que impiden nuestro crecimiento y pueden derivar en diversas formas de violencia u opresión.


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